En los últimos años se ha vuelto recurrente el uso del concepto “amigo/a tóxico/a”, para referirse a aquellas personas que resultan ser dañinas con quienes mantienen vínculos de amistad. En espacios como conversaciones cotidianas y en redes sociales se aborda este concepto y sus implicancias, pero también en el mundo académico.
David Robson, científico y escritor licenciado de la Universidad de Cambridge, quien ha realizado diversos estudios sobre el comportamiento humano y las relaciones sociales, indagó en la temática del “amigo tóxico”. El autor de libros como “The Laws of Connection” (Las Leyes de la Conexión) y “The Expectation Effect” (El Efecto de las Expectativas) publicó un artículo en el que aborda las principales circunstancias en las que se originan este tipo de relaciones en las que existe afecto, pero que finalmente terminan siendo perjudiciales.
“Los seres humanos somos a menudo incapaces de reconocer nuestros errores. Podemos quejarnos de la arrogancia, la ignorancia o la estupidez de otra persona, sin siquiera considerar los enormes defectos que nuestro carácter puede albergar”, planteó Robson en un artículo que publicó en el portal de BBC.
“Este punto ciego se vuelve evidente en cada una de nuestras relaciones de amistad. Sin tener nunca la intención de hacer daño, nuestras acciones irreflexivas lastiman a las personas que amamos. Me refiero a una crueldad casual más que deliberada, aunque las consecuencias de estos errores son igualmente perjudiciales”, prosiguió.
Robson concluyó que las “relaciones ambivalentes”, es decir, personas que se sienten a la vez cálidas y frías, pueden provocar aún más daño que aquellas figuras puramente rencorosas. Estas últimas en todo momento resultan desagradables.
En base a su investigación, David Robson propone cinco claves para evitar convertirse en una amistad tóxica. Se trata de estrategias simples y que buscan identificar nuestros peores hábitos, como también mitigar el daño provocado.
Cinco claves para evitar convertirse en un “amigo tóxico”
1.- Ser consistente. En este punto Robson plantea que a nadie le gusta verse en un estado de incertidumbre y advierte que un comportamiento de amigo “sólo en las buenas” puede provocar en las personas que nos rodean justamente un estado de profunda incertidumbre.
“Es posible que no siempre podamos brindar el apoyo que nuestros amigos necesitan, pero podemos intentar ser un poco más confiables en nuestras respuestas. Podríamos aprender a gestionar mejor nuestro mal humor, por ejemplo, para no atacar si nuestros amigos se acercan a nosotros en el momento equivocado, en lugar de dejarlos al capricho de nuestro clima emocional”, sostiene Robson.
2.- Evitar la ilusión de transparencia. El científico y escritor plantea que sobreestimamos qué tan bien los demás pueden leer nuestro estado emocional. Ese fenómeno se denomina como “ilusión de transparencia”.
Robson establece que “es posible que nuestro lenguaje corporal transmita nuestra calidez y aprecio a los demás, pero no podemos confiar en ello, lo que significa que a menudo haríamos mucho mejor si expresamos esos sentimientos con palabras”.
3.- Validar los sentimientos de los demás (y animar al amigo a considerar nuevas perspectivas). En momentos difíciles buscamos comprensión de los demás, especialmente de nuestros más cercanos. Una respuesta empática ayudará a aliviar el estrés. En ese contexto suelen aparecer los denominados amigos tóxicos, invalidando nuestros sentimientos.
“El hecho de que sintamos empatía por el dolor de alguien no significa que tengamos que estar totalmente de acuerdo con su interpretación de la situación. Las ofertas de apoyo emocional más eficaces a menudo incluirán aliento o consejos que les ayuden a ver sus problemas desde una nueva perspectiva”, propone el autor de “The Laws of Connection”.
4.- Celebrar los éxitos de los demás (y practicar la felicidad compartida). En contraparte del punto anterior, la empatía también se puede demostrar al momento de las emociones positivas. Al igual que el “dolor compartido”, la “felicidad compartida” resulta tan importante en una relación de amistad.
“Un amigo comprensivo debe responder de manera activa y constructiva: pidiendo más información, discutiendo las implicaciones y expresando su propia alegría u orgullo”, argumenta Robson.
5.- Ser el primero en pedir perdón. Sabido es que cuesta pedir perdón y que pocos lo hacen libremente cuando cometen un error. El disculparse ayuda a reconstruir puentes rotos y generar una sensación de alivio. Cuando no existen las disculpas, aumenta la sensación de resentimiento en nuestros vínculos sociales.
En este caso, David Robson plantea que “la investigación psicológica sugiere que existen cuatro obstáculos principales para disculparse de manera efectiva: no apreciamos el daño que hemos causado, asumimos que el acto de disculparse será demasiado doloroso y vergonzoso, creemos que la disculpa hará poco para reparar la relación; y, finalmente, es posible que no entendamos qué constituye una buena disculpa, por lo que no decimos las palabras que serán necesarias para la sanación”.
FUENTE: THE CLINIC