¿Historia, entretenimiento o morbo? El turismo oscuro de Jack el Destripador divide opiniones en Londres

Cada noche, cientos de visitantes se aglomeran en distintos rincones del barrio londinense de Whitechapel para participar en los populares tours de Jack el Destripador.

A las 20:00 horas, por ejemplo, tres grupos compiten por espacio en Mitre Square, el lugar donde fue hallado el cuerpo mutilado de Catherine Eddowes, una de las cinco víctimas atribuidas al asesino que aterrorizó Londres en 1888.

“Una vez vi a dos guías pelearse a puñetazos por el espacio”, cuenta Charlotte Everitt, guía de la agencia Rebel Tours.

Con el paso de los años, Jack el Destripador ha pasado de ser un asesino anónimo a convertirse en una marca cultural exportada globalmente.

Numerosos negocios locales del este de Londres, incluida esta tienda de pescado y patatas fritas, comercian con la notoriedad de Jack el Destripador. Robert Evans/Alamy vía CNN Newsource

Sin embargo, el fenómeno turístico que gira en torno a sus crímenes ha generado creciente incomodidad entre residentes y activistas.

La inauguración del Museo de Jack el Destripador en 2015 provocó protestas, y en 2020 se suspendió un tour titulado Guts and Garters tras una queja formal. Ese mismo año, un mural del asesino fue reemplazado por el nombre de Catherine Eddowes.

El llamado dark tourism (turismo oscuro) no es exclusivo de Londres.

Series de Netflix sobre casos como los Hermanos Menéndez o Jeffrey Dahmer también han generado visitas a sus lugares vinculados. Pero en el caso de Jack el Destripador, el problema —según expertos— radica en cómo se ha romantizado al criminal.

Los guías llevan a los ansiosos turistas a lugares como Pinchin Street, donde se descubrió el cadáver de una de las víctimas. Mike Kemp/In Pictures/Getty Images vía CNN Newsource

“El tiempo permite que estos casos se reinterpreten y se conviertan en parte de la cultura popular”, señala Philip Stone, del Dark Tourism Institute de la Universidad de Central Lancashire.

“Jack el Destripador se ha transformado casi en un personaje ficticio”, afirmó.

En Whitechapel, el fenómeno ha dejado huella en el paisaje comercial: desde barberías llamadas Jack the Clipper hasta locales de comida como Jack the Chipper. Incluso existió un carrito de papas llamado Jacket the Ripper.

Para Charlotte Everitt, el problema no es hablar de los asesinatos, sino cómo se los presenta: con imágenes explícitas, bromas, y la repetida (y muchas veces falsa) afirmación de que todas las víctimas eran trabajadoras sexuales.

En 2022, Rebel Tours lanzó un tour alternativo titulado Jack the Ripper: ¿Y las mujeres?, pero al quitar el nombre del asesino del título, notaron que bajaba el interés.

El Museo Jack el Destripador declaró a los medios en 2015 que “no glorifica los asesinatos”, pero muchos siguen enfadados por su temática. Shutterstock vía CNN Newsource

Otras voces locales, como el bloguero The Gentle Author —quien ha publicado más de 5.000 textos sobre el East End sin mencionar los asesinatos—, critican la insensibilidad de los recorridos: “He visto proyecciones de escenas del crimen en los muros y guías haciendo chistes mientras la gente se ríe”.

La exguía Jessica O’Neil, hoy fundadora de The Museum Guide, dejó de trabajar en los tours tras ser increpada por una trabajadora sexual: “Me gritó que no me importaban las mujeres reales. Quise buscarla después para decirle que era distinta, pero no lo era”.

El Museo de Jack el Destripador, que originalmente prometía rendir homenaje a las mujeres del East End, fue finalmente inaugurado con un enfoque centrado en el asesino.

A diez años de su apertura, sigue funcionando con ese nombre y vende productos como ositos de peluche vestidos como el Destripador.

La institución no respondió a CNN, pero destacó sus valoraciones positivas en TripAdvisor.

Fuente: CNN Chile

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