De nuevo, los científicos de Colossal Biosciences, una empresa especializada en biotecnología e ingeniería genética, anunciaron sus intenciones para revivir a una especie extinta. En esta oportunidad, se trata del moa, un ave que vivió en la Isla Sur en Nueva Zelanda y llegó a medir hasta 3,6 metros de altura.
El proyecto, impulsado por la Universidad de Canterbury y el pueblo maorí Ngāi Tahu, investigará el ADN antiguo de nueve especies de moa para reconstruir el genoma, según recogió CNN Chile.
Así pues, los especialistas deben analizar los huesos del animal extinto, para luego extraer su ADN, explicó a Beth Shapiro, científica jefe de Colossal Biosciences. Finalmente, pese a encontrarse en una etapa inicial, los científicos compararán el genoma de especies, como el tinamú y el emú, para posteriormente diseñar geneticamente a un moa gigante.
Según el sitio web de la compañía, el objetivo es utilizar una aplicación funcional de tecnología avanzada de edición genética destinada a reconstruir el ADN de la megafauna perdida, al igual como lo hicieron con el lobo gigante (Aenocyon dirus), también conocido como lobo “terrible”.
Eso sí, Shapiro afirmó a nuestro medio asociado DW que la “desextinción” en este caso tiene grandes diferencias con lo realizado con los lobos gigantes. “A diferencia de los mamíferos, los embriones de las aves se desarrollan en el interior de los huevos, por lo que el proceso de transferencia de un embrión a una madre de alquiler no se parecerá al de los mamíferos”, dijo Shapiro al medio alemán.
El patrocinio de Peter Jackson
La iniciativa, que se estima lograrse en 5 a 10 años, cuenta con la ayuda financiera del cineasta Peter Jackson, quien posee una de las mayores colecciones privadas de huesos del moa.
La fascinación del director de “El señor de los anillos”, por esta ave no voladora parecida al avestruz, lo llevó a aportar 15 millones de dólares al nuevo proyecto. “Las películas son mi trabajo de día, y los moas son mi diversión. Todos los escolares neozelandeses sienten fascinación por los moas”, aseguró Jackson.
Se trata de una “misión para salvar a algunos de nuestros taonga -tesoro en maorí- más preciados. Se destinarán recursos a garantizar la protección de algunas de las especies más amenazadas de Aotearoa/Nueva Zelanda para las generaciones futuras”, afirmó Jackson.
Cabe mencionar que los moas se extinguieron alrededor de 1500 en Nueva Zelanda, después de la llegada de los maoríes a la isla, quienes los cazaban como alimento, recogió Infobae.
Esta ave, cuya principal característica era que no podía volar, se estima que desapareció hace 600 años, ha abierto el debate en torno al trabajo de querer revivir especies extintas.
El debate sobre las especies extintas
Científicos ajenos al proyecto afirman que, por más que estos animales se parezcan físicamente a las especies ya extintas, la idea de devolver especies ya desaparecidas al paisaje moderno es probablemente imposible. Los expertos tienen sentimientos encontrados sobre si esto será útil, y a algunos les preocupa que centrarse en las criaturas perdidas pueda distraer la atención de la protección de las especies que aún existen.
Scott MacDougall-Shackleton mencionó la contradicción de estos experimentos, dado que en los tiempos actuales hay especies en peligro de extinción. “El moa desapareció por caza excesiva y destrucción de su hábitat, problemas que aún enfrentan aves nativas”, detalló el experto en Ecología y Biología Evolutiva en la Universidad de Princeton.
“Si la empresa de biotecnología consigue crear un ave alta con enormes patas y gruesas garras puntiagudas parecida al moa, se abre también el acuciante debate sobre dónde colocarla”, dijo el ecólogo de la Universidad de Duke, Stuart Pimm, quien no participa en el proyecto.
“¿Se puede devolver una especie que fue exterminada a su hábitat natural? Creo que es muy poco probable que puedan hacerlo de forma significativa. Será un animal extremadamente peligroso”, añadió Pimm.
Fuente: biobio Chile