Existen ciertos alimentos que pueden ralentizar este proceso dentro de tu estómago, generando malestar estomacal y otros problemas digestivos.
A continuación, te contamos cuáles son los tres principales culpables de una digestión lenta y cómo evitarlos.
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Harinas refinadas: el enemigo de una digestión ligera
Las harinas refinadas, presentes en alimentos como el pan blanco, las galletas y la pasta, pueden ser difíciles de digerir.
Su alto índice glucémico provoca alzas de azúcar en la sangre, lo que no solo afecta la energía, sino que también puede causar sensación de hinchazón y pesadez. Además, al carecer de fibra, estos productos dificultan el tránsito intestinal y pueden derivar en estreñimiento.
Para mejorar la digestión, lo mejor es optar por harinas integrales, que contienen más fibra y favorecen el funcionamiento del sistema digestivo.
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Queso: delicioso, pero difícil de procesar
Si bien el queso es una fuente de calcio y proteínas, su alto contenido de grasas y lactosa puede convertirlo en un alimento difícil de digerir.
Muchas personas presentan intolerancia a la lactosa sin saberlo, lo que puede provocar gases, hinchazón y malestar estomacal tras su consumo.
Si sientes pesadez después de comer queso, puedes optar por versiones sin lactosa o quesos más ligeros, como el ricotta o el queso fresco.
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Alimentos procesados y bebidas azucaradas: una carga para el estómago
Los productos ultraprocesados, como snacks, embutidos y bebidas azucaradas, contienen conservantes, aditivos y altos niveles de azúcar que el cuerpo no procesa fácilmente.
Esto obliga al sistema digestivo a trabajar más, ralentizando la digestión y generando molestias.
Para evitar este efecto, lo ideal es elegir alimentos frescos y naturales, como frutas, verduras y proteínas magras.
Además, sustituir las bebidas azucaradas por agua o infusiones sin azúcar puede ayudar a mejorar la digestión y la salud en general.
Hacer pequeños cambios en tu alimentación puede marcar una gran diferencia en cómo te sientes después de comer.
Fuente: FMDOS