La startup chilena ByBug, fundada en la Región de Coquimbo, está trabajando en el desarrollo de una vacuna oral contra la gripe aviar a partir de larvas de mosca negra, que podría administrarse masivamente a los animales.
Recordemos que, esta enfermedad se propaga principalmente entre aves, pero también ha alcanzado a animales de granja, animales marinos y en algunos casos incluso a humanos.
Ahora, la empresa nacional firmó un acuerdo de colaboración con la Fundación Ciencia & Vida, de la Universidad San Sebastián, con el objetivo de potenciar sus avances en múltiples desarrollos bio-tecnológicos para la salud animal.
Uno de estos es el diseño de la vacuna oral contra la gripe aviar, que ha sido creada en una plataforma de biología sintética basada en moscas soldado negro (Hermetia illucens)
¿Una vacuna oral para la gripe aviar?
Para esta iniciativa, se están usando herramientas de ingeniería genética para convertir a las larvas de este insecto en pequeñas “biofábricas” para la producción de proteínas recombinantes. Esta proteína es elaborada por organismos modificados genéticamente para expresar genes de interés.
La mosca negra, de hecho, originaria de América y hoy presente en todo el mundo, se caracteriza por su eficiencia en la conversión de materia orgánica a biomasa, razón por la que es ideal para estos procesos.
De esta manera, las crías de moscas soldado negro no solo son utilizadas como alimento, sino también como un vehículo terapéutico a través del cual se entregan soluciones farmacológicas por vía oral, resolviendo un enorme problema para la industria de la producción de alimentos: cómo administrar medicamentos o inmunizaciones de forma masiva y económicamente viable.
“Muchas enfermedades animales tienen cura, pero las soluciones actuales, como las vacunas inyectables, son muy caras y difíciles de aplicar de forma masiva“, explica Daniel Troncoso, CTO y cofundador de ByBug.
“Por ejemplo, vacunar a cada pollo no es viable económicamente. Hoy el estándar en la industria es eliminar al animal enfermo, porque es más barato que tratarlo. Nosotros ofrecemos una solución oral, masiva y de bajo costo, lo que permite aplicar terapéuticos sin aumentar el precio por animal”, señala.
Si bien la mosca negra se usa mayormente para el desarrollo de reciclaje orgánico, también posee características que la hacen ideal para la biotecnología, y es que crece extremadamente rápido, se alimenta de residuos y su ciclo reproductivo es eficiente.
“Sus larvas aumentan 8 mil veces su peso en 10 días, lo que nos da una enorme escalabilidad y bajo costo. Al alimentarlas con una molécula específica, ellas mismas se transforman en el vehículo terapéutico. Luego, al ser consumidas por pollos, peces o vacas, los inmunizan de forma oral contra enfermedades específicas“, detalla Troncoso.
El proceso utiliza herramientas de ingeniería genética en el ADN de las larvas para que estas expresen las proteínas específicas denominadas recombinantes. Una vez modificadas, las larvas se crían bajo condiciones controladas, se transforman en harina —un formato familiar para la industria de alimentación animal— y se administran directamente a los animales.
Al ingresar por vía oral, las proteínas recombinantes interactúan con el sistema inmunológico intestinal, activando respuestas específicas gracias a la presencia de células inmunes en la mucosa digestiva, un enfoque conocido como inmunización oral mucosal.
De hecho, así se previenen ya otras enfermedades infecciosas frecuentes en pollos, salmones, vacas o camarones.
“Hoy muchas tecnologías ya permiten curar enfermedades animales, pero no se usan porque son muy caras o difíciles de administrar. Con nuestra tecnología, puedes inmunizar a través del alimento. No necesitas vacunar con una jeringa a millones de pollos o peces. Solo les das de comer nuestra harina y se inmunizan desde el estómago”, apunta el CTO de la startup.
¿Cómo funciona?
El proyecto de ByBug para la vacuna oral contra la gripe aviar aún está en fase experimental. Pero podría ser una solución significativa una vez esté listo, debido a la urgencia que ha significado la propagación de esta enfermedad.
De hecho, ha tenido un impacto devastador en la industria avícola mundial en los últimos años: desde 2022, más de 100 millones de gallinas han sido sacrificadas en Estados Unidos debido a sus brotes, ocasionando pérdidas económicas estimadas en aproximadamente 1.400 millones de dólares hasta noviembre de 2024.
Sin embargo, la proteína de la solución ya está completamente diseñada. El proceso de elaboración consistió en identificar los “hotspots” del virus (los puntos críticos donde se produce la infección) y desarrollar una molécula capaz de unirse a esos sitios para impedir que el virus logre adherirse a las células del animal.
En términos simples, la estrategia permite colocar una barrera molecular entre el patógeno y su hospedero. Al administrarse en forma de alimento, esta proteína actúa directamente en el tracto digestivo, donde también se concentran células inmunes capaces de generar una respuesta defensiva.
“La gripe aviar es un virus tipo influenza. Para infectar, necesita unirse a receptores específicos en las células del animal. Lo que hacemos es diseñar una molécula que se une al virus y bloquea esa unión“, explica troncoso.
“Como se administra a través de la harina, genera inmunidad desde el sistema digestivo, que también alberga glóbulos blancos, linfocitos y mucosa. Así evitamos la infección o al menos la reducimos significativamente“, añade.
Una plataforma biotecnológica
Además del caso de la gripe aviar, la empresa también está desarrollando un inmunoestimulante para la industria camaronera en Ecuador, un sector clave en las zonas costeras del país (hasta el 80% de estos crustáceos se pierde por este motivo). En este caso, están trabajando con un gran productor que enfrenta simultáneamente dos amenazas: el virus del white spot –una virosis altamente contagiosa– y las bacterias del género vibrio.
Para ambos problemas se están desarrollando nanoanticuerpos (o nanobodies), diseñados para bloquear la interacción entre el patógeno y su hospedero. Estos nanoanticuerpos se producen en larvas modificadas genéticamente que luego se procesan como harina o pellet. Al ser consumidos, inducen una inmunidad oral en los camarones, una estrategia especialmente valiosa en especies que no pueden ser vacunadas de manera convencional.
Troncoso aclara que lo que buscan no es ser un laboratorio que desarrolla y comercializa fármacos en solitario, sino el de una plataforma biotecnológica habilitante, capaz de integrarse a los sistemas productivos existentes o licenciarse a grandes compañías. La idea es ampliar el espectro de soluciones disponibles, especialmente en segmentos donde hoy no existe una cobertura efectiva.
“Nuestra estrategia no busca reemplazar las vacunas inyectables u otras terapias convencionales, sino ofrecer alternativas masivas en nichos desatendidos, donde hoy no hay soluciones viables”, puntualiza.
El impulso ha venido de la mano de recientes crisis sanitarias, como la gripe aviar, que han puesto en evidencia la necesidad de nuevas formas de inmunización animal.
Actualmente, ByBug se encuentra en fase de validación de sus productos y tecnologías, con pilotos en desarrollo en la industria acuícola y avícola. En este proceso, su colaboración con la Universidad San Sebastián permitirá acceder a infraestructura y conocimiento especializado, fortaleciendo su capacidad de innovación y desarrollo.
Fuente: biobio Chile