El estudiante fue expulsado de un colegio y rechazado en otros por problemas conductuales desde temprana edad debido a su autismo. A pesar de eso, sus notas no se veían afectadas y destacaba en materias como la física. Hoy es apasionado por los números y la música, y fue distinguido por su puntaje nacional en la PAES por su ránking y el NEM de su escuela en Quilpué.
Este martes se dieron a conocer los resultados de la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), y con ello, se destacaron a 237 estudiantes con Distinciones a las Trayectorias Educativas (DTE). En ella, se premiaron a alumnos en cuatro distintas categorías: personas en situación de discapacidad, provenientes de pueblos originarios, territorio y técnico profesional.
Este último fue el caso de Julián Bastías, de 18 años, quien obtuvo el puntaje máximo en la PAES: 1000 puntos en ránking y el NEM de su escuela. Sin embargo, atravesó varios desafíos académicos debido a su autismo: fue expulsado por mala conducta de su colegio anterior en primero básico, lo que hizo que atravesara un año completo entre exámenes libres, profesores particulares y rechazos de distintas escuelas que no lo querían recibir.
Los desafíos de un joven autista
“Yo era pequeño, tenía como siete años (…) Ahí ya fue como que no supieron tratarme bien. No me querían enseñar”, recuerda Julián en diálogo con The Clinic sobre el colegio del cual lo expulsaron. Faltaba a clases, llegaba tarde o a veces discutía con sus profesores.
Mariella Santander, su madre, detalla que ese período de su vida fue oscuro: “Le habían hecho mucho bullying en los otros colegios. Las profesoras pasaban las tarjetas de los cumpleaños en cada escritorio de los niños en clases, y en el escritorio de Julián pasaban de largo. Era el único al que no invitaban al cumpleaños”, ejemplifica Mariella.
A pesar de eso, Julián se las arreglaba para aun así tener excelentes calificaciones. “No iba a clases, llegaba tarde, me portaba mal. Pero a la hora de dar pruebas las hacía bien, me sacaba buenas notas”, relata él.
Su suerte cambió cuando encontró el Colegio Panal, en el cual estuvo desde tercero básico hasta cuarto medio: “Yo llegué al colegio por mi condición, pero nunca me hicieron problema por eso”, dice el estudiante. “Para mí, fue como una familia“.
Una vez allí, sus notas y su estabilidad emocional se equilibraron. Siempre fue uno de los alumnos más destacados de su generación. De hecho, finalizó la media con un promedio 6,9. “Estoy muy feliz por permitirme hacer esto con mi vida”, señaló.
Así, Julián ha podido desarrollarse en sus estudios y también en una de sus grandes aficiones: la música. Sabe tocar varios instrumentos, entre ellos la guitarra, la viola y el piano, siendo este último su predilecto. “La música es mi hobbie, lo hago para desestresarme. Es como la gente que juega videojuegos. Para mí, la música es mi videojuego favorito”, sincera.
Aspiraciones después de la PAES
En cuanto a su experiencia con la prueba de selección, dice que si bien le faltó tiempo, los resultados y el proceso no lo representan: “La prueba no refleja 100% las aptitudes y conocimientos que uno tiene. Dan poco tiempo, entonces no me alcanzó para responder todo (…) Quizá haya gente que pudo haber respondido muy bien las preguntas, pero no me alcanzó el tiempo”.
Ahora, Julián aspira a estudiar Ingeniería Civil Física en la Universidad Federico Santa María. “Igual estoy contento, pero todavía no hay nada seguro. No me han dicho si entré a la carrera. Eso hay que destacarlo”, concluye Bastías.
Fuente: The Clinic