A partir de los 14 años empezó a dedicarse al rubro la confección y reparación de ropa. Después de 72 años de trabajo, sigue atendiendo diariamente a los clientes que llegan a su local ubicado la calle Arturo Prat.
En su taller las maquinas de coser están iluminadas con ampolletas que ayudan a ver mejor las costuras. Telésforo, el último sastre de Rengo, admite que su vista le está fallando un poco y requiere ayuda para coser con precisión.
Dentro del local, tiene algunos cuadros pegados en la pared, un mesón grande para marcar la ropa, un par de máquinas de coser, algunos vestones colgados y un piso de madera que se mantiene con el tiempo.
Cuando trabajaba en una tienda de ropa a los 14 años, se interesó por la sección de sastrería. En conversación con The Clinic, tanto Arambarri como su familia reconstruyen sus inicios en el oficio.
“El hombre que me enseñó fue Orlando Peñaloza, el sastre más antiguo de Rengo. Él se interesó en mí y me enseñó, me dijo que se sentía orgulloso de mí, así que seguí y aproveché bien lo que aprendí. Así continuó hasta el día de hoy sin parar. Me incentivaron cuando era chico y aprendí rápido”, afirmó. De esta manera, está a punto de cumplir 73 años trabajando en el rubro.
Sin embargo, su acercamiento por la sastrería fue cuando era aún más joven, tal como lo recuerda él: “A mí desde niño me gustaba la costura, me zurcía los calcetines o la ropa que se me rompía”.
El reconocimiento de su trayectoria
La historia de Telésforo se popularizó con una publicación en Instagram de la cuenta @emprendedor.chile, que alcanzó los tres millones de reproducciones y más de 160 mil interacciones.
De los 8 sastres que había en Rengo, Arambarri es el único que sigue trabajando. Pese a que la clientela ha disminuido, sigue siendo reconocido en su zona y atiende entre 3 a 4 personas diarias. “Me entretiene bastante. Porque si no trabajo, me aburro”, comenta.
El impacto de las importaciones en el declive de la confección y reparación de prendas
Con la llegada masiva de importaciones de ropa más barata, el rubro de la sastrería comenzó a decaer. “Por el año 82 y 84 comenzó a llegar la ropa china a Rengo y se echó a perder el negocio”, comenta.
Los cambios significativos en la industria de la ropa se reflejan en la actual forma de consumo. Arambarri grafica esto a través de la evolución en la vestimenta: “Antiguamente la gente vestía de traje y la confección era a la medida y hoy en día todo viene de fábrica”.
Pese aque el flujo de los clientes ha ido bajando, asegura que se siente bien trabajando y desea seguir haciéndolo hasta que Dios lo tenga en este mundo. “Los comerciantes antiguos han fallecido, así que somos bien pocos los que quedamos”, sentencia.
Fuente: The Clinic