Andrea Insunza y Javier Ortega, autores de la biografía de Enrique Correa, señalan que el objetivo de este libro no es juzgar al personaje, sino más bien adentrarse en detalles de su vida que ayuden a desmitificar la imagen de quien definen como un animal político, negociador discreto o Mr. Lobby.
Para eso, comienzan su relato con una escena reciente: en 2015, el entonces director del Servicio de Impuestos Internos, Michael Jorratt, estaba siendo acorralado en medio del caso de las “platas políticas”. En uno de los momentos más complejos, un amigo le propuso reunirse con un experto en crisis, que no era nada menos que Enrique Correa, quien se mostró comprensivo con la situación de Jorratt.
“Un par de días después, Jorratt recibió el llamado de un senador de la Nueva Mayoría al que conocía y que supo del encuentro. Entonces el director del SII entendió el peligro. El amable invitado de esa noche era el cerebro detrás de las presiones que estaba recibiendo”, se lee en las primeras páginas del texto.
Los periodistas, que también son directores de la productora periodística “Un día en la vida”, lanzaron Enrique Correa, una biografía sobre el poder, libro editado por Periodismo UDP y Catalonia. En sus 518 páginas examinan y relatan de manera acuciosa la vida del personaje, desde sus años en Ovalle hasta el rol de su empresa de lobby, Imaginacción.
El libro es fruto de ocho años de investigación y de entrevistas a casi doscientas personas, que dieron forma a una biografía no autorizada, en la cual Enrique Correa no quiso participar, a pesar de haber escuchado el proyecto de los autores. De hecho, anunció que publicará su propia biografía, relatando su versión de los hechos.
La periodista señala que el personaje les interesó no solo porque es uno de los políticos más influyentes de la historia reciente, sino también porque, teniendo una carrera política muy exitosa, se privatizó y fue el primero en pasarse abiertamente al mundo del lobby. Así definieron que, a través de Correa, se podían contar dos historias.
La primera es la relación entre la Democracia Cristiana y los partidos de izquierda, desde la Patria Joven de Eduardo Frei Montalva hasta hoy. La segunda es la historia de cómo el poder ha cambiado de manos: “desde un circuito más tradicional, donde el Estado, los partidos y los sindicatos eran muy relevantes, a uno más extrainstitucional, donde el dinero y los empresarios tienen un peso más fuerte, a través del financiamiento de la política, los centros de estudio y la propia práctica del lobby”, dice la periodista.
Los inicios de Enrique Correa
Correa nació en una familia de clase media baja en Ovalle y creció cuidado por una madre a la que adoraba y que le inculcó una profunda fe católica. Esa fe lo atrajo a la parroquia de su pueblo y lo llevó más tarde al seminario, resumen los autores sobre sus primeros años de vida. Tras solo un año, decidió retirarse para estudiar filosofía y sumergirse de lleno en la Juventud Demócrata Cristiana.
En busca de desmitificar la imagen de Enrique Correa, los autores exploran dos crisis en las que fue clave para destrabar la situación: “el ejercicio de enlace” y el “boinazo”, episodios que lo catapultaron como ministro estrella en el gobierno de Aylwin. Los autores hacen una lectura más crítica de esos momentos: en la primera crisis, cometió un grueso error de interpretación; en la segunda, se sobregiró en sus gestos hacia Augusto Pinochet, lo que resintió su relación con el presidente, según analizan. Pese a ello, logró sacar adelante las negociaciones.
“Enrique Correa era un político muy valorado por quienes lo conocían, pero alcanzó un reconocimiento transversal, incluso entre quienes inicialmente lo miraban en menos, cuando se transformó en ministro de Patricio Aylwin. Asumió el cargo de vocero del primer gobierno democrático sin haberlo buscado. Él estaba acostumbrado a ocupar un segundo plano, no el cargo más expuesto. Pero Aylwin le dijo que no, que tenía que estar en la primera línea”, dice Insunza.
Ese rol público, hizo que sectores como la derecha, el empresariado y los militares, que en un principio lo miraban con bastante desprecio, incluso con cierto clasismo, lo conocieran y lo valoraran. “Ese hito es fundamental para entender por qué, con el tiempo, Enrique Correa pudo proyectar su influencia desde el mundo privado, como consejero de grandes empresarios, y al mismo tiempo de presidentes, ministros e incluso cardenales”, dicen los autores para explicar la magnitud de la figura de Correa.
Su paso al lobby y su empresa Imaginacción
En cuanto a su paso al lobby, los autores señalan que no fue algo directo ni planificado. En el libro resumen ese tránsito de la siguiente manera: cuando dejó La Moneda, al terminar el mandato de Aylwin, tenía la intención de seguir en la política formal desde el Senado, pero no lo consiguió. Su última oportunidad fue cuando Frei Ruiz-Tagle debía designar a tres senadores; sin embargo, rumores sobre su vida privada lo dejaron fuera de ese espacio.
Luego de eso, continuó participando naturalmente para prestar servicios al progresismo, en casos como la acusación constitucional contra Pinochet, durante la presidencia de Frei Ruiz-Tagle, o en el caso MOP-Gate, entre otros momentos clave de los últimos años.
“Él, inicialmente, de hecho, llama a esto más bien ‘mediaciones’; no ocupa la palabra ‘lobby’ en un comienzo, y él mismo da cuenta de que es importante que el poder formal tenga el poder real. Que, en el fondo, donde están las instituciones —que nosotros comúnmente entendemos como aquellas que ejercen o detentan el poder—, sea efectivamente donde se concentre el verdadero poder”, dice el periodista.
En el libro también se aborda su empresa Imaginacción, que, según explica Ortega, no fue creada con el objetivo principal de ganar dinero. “Imaginacción es una empresa hecha a imagen y semejanza de su fundador, que le permite a él el beneficio de la excusa para estar en los lugares donde se toman decisiones”. Sin embargo, esa posición —señalan los autores— se ha ido diluyendo, en parte por el envejecimiento de él y de sus redes.
“Las redes de poder han envejecido también con él, han dado paso a nuevas redes y nuevas personas. Y eso ha impactado en el poder de Enrique Correa. Un solo ejemplo: en el Frente Amplio, que es la nueva izquierda que emergió, Correa no tiene la llegada que tenía con la Concertación. No tiene casi nada de llegada, muy poca. Y eso, eso significa declive”, agrega el periodista.
En síntesis, para los autores, esta extensa revisión de la vida de Correa, lo que hace valioso el libro es desmitificar al personajes. “Al desmitificar al personaje, no solo se lo puede mirar a él con más claridad, sino también a los procesos en los que ha participado desde que tenía 13 años hasta ahora, como si se corriera un velo que antes cubría esa historia con un tono más mitológico”, dicen sus autores.
Fuente: The Clinic