Gran exposición Episodio Monvoisin en el Museo de Bellas Artes: Entre maravillas y decepciones

Es una gran e importante exposición de Raymond Auguste Quinsac Monvoisin (Burdeos, 1790 – Bulogne-sur-Seine, 1870). Son más de sesenta pinturas, incluyendo algunas de sus colaboradores. Ésta incluye gran número de retratos, individuales la mayoría, hasta uno grupal de 14 personas. Además, hay una serie de cuadros románticos, históricos y religiosos.

Raymond Monvoisin

Raimundo Monvoisin, como fue conocido en su época en Chile, fue un pintor que tuvo algún éxito y reconocimiento en Francia. Sin embargo, su gran influencia fue en Latinoamérica, donde estuvo entre 1842 y 1857. Y, en especial, en Chile.

Nacido en Burdeos, estudió en su ciudad natal, donde había una buena tradición artística. Luego de hacer un retrato de la duquesa de Angulema, hija del guillotinado Luis XVI, adquiere fama y recursos. Viaja en 1815 a París donde se incorpora como estudiante del taller de Pierre-Narcisse Guérin.

Monvoisin participará en forma insistente en los Salones de París, con decenas de obras. Desde Jésus-Christ guérrissant un possédé en 1819 hasta 1867, ya de regreso en Francia. En 1820 obtuvo un meritorio segundo lugar, con Aquiles pidiendo a Néstor el premio de la sabiduría en los juegos olímpicos. Luego parte unos años a Roma, ciudad donde se casa con Domenica Festa, pintora y miniaturista.

De regreso a la capital francesa, tiene diversos encargos, pero su fortuna empieza a declinar. Cuando se le cierran puertas por un encargo que no dejó conforme al cliente, decide un cambio radical. Con problemas de salud, descarta Rusia y, aprovechando la amistad con varios chilenos a los cuales había retratado (José Manuel Ramírez Rosales, 1826; Mariano Egaña, en 1827; José María de la Barra, 1830; etc.), viaja a Sudamérica. Su propósito era hacerse cargo de la formación de artistas en Chile.

Monvoisin tuvo una provechosa estadía en Buenos Aires, donde hizo importantes cuadros con un buen éxito económico. Luego de un fallido viaje por mar, finalmente Monvoisin viaja por tierra a Chile, pasando por Mendoza. A fines de enero de 1843 llega a Santiago.

A los pocos meses, hace una exposición individual -posiblemente la primera de estas características en el país- con cuadros que traía de Europa, generando un gran impacto. Desde entonces, hará cientos de cuadros retratando a la alta burguesía chilena.

En su larga estadía en Latinoamérica, hará cuadros en Brasil, Argentina, Chile y Perú. Finalmente regresa a Francia, decisión de la que se arrepentirá. El tiempo indica que en Chile sigue siendo recordado, con una influencia que ha perdurado hasta hoy.

Episodio Monvoisin. Un pintor francés en el Chile del siglo XIX, EM

La alta burguesía chilena

Episodio Monvoisin. Un pintor francés en el Chile del siglo XIX es el resultado de una larga investigación de más de siete años. En ella han participado instituciones y profesionales de diversos países de Sudamérica. El resultado es una muestra con obras provenientes del MNBA, Pinacoteca de la Universidad de Concepción, Museo de Colchagua, Museo O´Higginiano de Bellas Artes de Talca, Catedral Metropolitana de la Santísima Concepción, Museo de Bellas Artes de Viña del Mar y el Museo de Artes Decorativas, entre otras, además de gran cantidad de pinturas facilitadas de colecciones privadas.

Tal vez el mayor valor de Episodio Monvoisin. Un pintor francés en el Chile del siglo XIX es el panorama que entrega de la gran burguesía chilena de la época. Desde los retratos que realizó en Europa a los pintados en Chile.

Estas pinturas se pueden mirar desde distintos ángulos. El primero, es identificar a esta élite donde nombres y apellidos se relacionan. Denotan una pequeña clase social muy relacionada entre sus integrantes.

Andrés Bello, Episodio Monvoisin. Un pintor francés en el Chile del siglo XIX

Un segundo aspecto es tratar de dilucidar qué querían transmitir las personas retratadas. Los retratos eran muy costosos, eran una inversión, un evento, una forma de marcar un presente y de trascender.

Por supuesto, hay un factor económico de por medio, que limitaba si el retrato era solo del rostro, incluía manos, etc. Y eso puede delatar tanto la capacidad financiera de cada cual, pero también que tan fuerte era el anhelo de trascender.

(Mi limitada experiencia como arquitecto me mostró lo difícil que a veces es mediar o negociar con los clientes entre sus demandas, sus anhelos de cómo mostrarse a través de una casa y consideraciones profesionales, técnicas y funcionales. Esa experiencia, con todas las adecuaciones del caso, pueden hacer vislumbrar las dificultades que pudo tener Monvoisin con algunos de sus clientes, aunque él tenía la gran ventaja de, prácticamente, no tener competencia.)

Los retratos son muy diversos. Desde los que muestran objetos, terrenos o frutos para dar cuenta de sus protagonistas y sus funciones, a los que incluyen la descendencia, destacando el Retrato de don Dámaso Zañartu, su esposa y sus 12 hijos (familia Zañartu Larraín), de tres por dos metros. Este cuadro, en particular, tiene relaciones directas con figurines de moda de la época, con muchas de sus retratados que parecen modelos mostrando ropa.

En general, y salvo excepciones, los retratos son serios, formales, de labios delgados y apretados…

Elisa Bravo, Episodio Monvoisin. Un pintor francés en el Chile del siglo XIX, EM

Calidad pictórica

Según Diego Barros Arana, el taller Monvoisin tuvo tal demanda que llegó a tener “caracteres de fábrica. Tal era la rapidez y manera en que ejecutaba los trabajos”.

Como era la tradición y práctica en Europa, los retratos se cobraban de acuerdo al tamaño, por el rostro (lo más costoso), por cada mano, y lo demás que se fuera agregando. Seis onzas de oro por el rostro, una onza por cada mano. En síntesis, había una relación directa entre el tamaño y lo que hay en el cuadro y el precio.

Sin embargo, sospechamos que la calidad de las pinturas no dependían sólo de eso. Por un lado, debe haber incidido la cantidad de encargos que tuvieran en forma simultánea, siendo evidente que Monvoisin pintaba los rostros pero es muy probable que sus ayudantes hicieron fondos, cuerpos y fondos en muchos casos. Entre ellos destaca Clara Filleul, pintora y discípula francesa de Monvoisin. En algunos casos las diferencias de calidad en un mismo cuadro son notorias.

También parece incidir la relación entre el pintor francés y la persona retratada, el nivel de empatía que se establecía. Así, por ejemplo, vale destacar el retrato de Andrés Bello, uno de los más simples (solo el rostro y parte del torso) y, al mismo tiempo, de los mejor logrados. Es posible que la relación entre ellos fuera fundamental para ello.

Episodio Monvoisin. Un pintor francés en el Chile del siglo XIX, EM

Figura humana

Un punto especial a abordar tiene relación con los cuerpos en las pinturas de Monvoisin. Salvo excepciones, son cuerpos planos, con poco volumen, sin “carne”. En algunos casos, son algo deformes, sin peso (están sobre una tela y no la “cargan”, no la arrugan) o no responden a la anatomía humana.

El tema de los cuerpos puede responder a ideas políticas conservadoras y religiosas -un catolicismo reaccionario, que ha abandonado las vanguardias-, o a temas técnicos. Sin embargo, este tema de los cuerpos -y su falta de coherencia interna, como por ejemplo en El Greco- pudo calzar con el espíritu conservador y “provinciano” de nuestro país de la época. E incidir, hasta hoy, en el arte chileno, tan falto de desnudos, de carne, de erotismo.

El punto anterior es, a mí juicio, tan fuerte, que hasta en el par de cuadros con desnudos, estos parecen sin alma, no de carne sino de cera, de porcelana.

Algo similar pasa con las perspectivas. Los cuadros donde aparecen espacios y objetos en perspectiva, algunas veces, están mal resueltos, con puntos de fuga mal situados. Cuerpos y perspectivas tal vez no eran importantes en esa época, y lo que consideramos deficiencia también podría ser una forma de mostrar esa postura, un menosprecio por ellos.

Naufragio del bergantín, Episodio Monvoisin. Un pintor francés en el Chile del siglo XI, EM

El mejor cuadro

En términos muy personales, creo que el mejor cuadro de Episodio Monvoisin. Un pintor francés en el Chile del siglo XIX es el más pequeño de la muestra. Es un pequeñísimo retrato de Raymond Monvoisin. Una miniatura pintada sobre porcelana por Domenica Festa, su esposa.

Este retrato de Monvoisin no solo demuestra una gran técnica de la pintora, también el amor y/o la admiración por él. Monvosin aparece vivo, cautivante (años antes de divorciarse).

Episodio Monvoisin. Un pintor francés en el Chile del siglo XIX es una exposición para visitar más de una vez. Porque se requiere tiempo para decantar los distintos aspectos que de ella se pueden desprender. Tanto los expuestos más arriba como muchos otros. Por ejemplo, comparar estas obras con lo que se hacía en ese tiempo en Francia o Italia. Reflexionar sobre cómo ha variado en peso y el valor de las imágenes, de los retratos, o qué ideas había en esa época y hay hoy sobre el presente y el trascender.

Episodio Monvoisin. Un pintor francés en el Chile del siglo XIX es una gran exposición, resultado de un esfuerzo colectivo que nos ofrece una gran experiencia.

Fuente: BioBioChile

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *